¡La leche que mamaron!

Ahora sí. Llevaba varios días queriendo abordar la cuestión, pero sendos posts en los blogs de Miss Sybarite y Merce, me hicieron abortar el intento. Pero hoy, como digo, sí.
Julio Anguita y Joaquín Sabina son personas que, por lo general, se encuentran en las antípodas de mis ideas, pero con los que, sin embargo, me encantaría compartir mesa y mantel y una larga sobremesa de muchas horas, porque me parecen tíos que tienen muchas ideas buenas, mucha cultura, amena conversación y, a veces, bastante sentido común.
Los mento porque "El Califa Rojo" hace unos días se descolgó con la petición de la Tercera República; y el cantautor en una entrevista dijo que Letizia era una buena amiga suya a la que le agradecía de antemano el que iba a conseguir traer a España la República.
Y creo que no va descaminado Sabina, porque la verdad es que "la Leti" lo va a conseguir (obsérvese como el populacho ha denigrado su nombre hasta tal punto, pero nunca ha hablado de "el Juanca", "la Sofi" o "la Cris").
Su proclamación como Princesa de Asturias (léase su boda) fue ya un reto al pueblo, que estaba en contra de que el Príncipe se casase con una plebeya (para eso, la Sartorius, decían algunos), pero el "heledelo" (que dicen los Gomaespuma) se empeñó en darle status marital y pasar de lo que su empleador reclamaba.
Ser Príncipe es un cargo muy cómodo: sonríes, te casas con quien te dicen, tienes las amantes que quieres, no tienes que madrugar, viajas y comes de balde, te hacen regalazos por doquier y te pegas la vida padre. No hay que matarse estudiando, ni hacer un máster, ni acumular experiencia laboral, ni lamerle el culo al jefe...
Lo único que el pueblo, que se deja una pasta en mantenerlos, pero una passssta, les ha pedido en todos estos años es que el Príncipe se casase con una princesa (ya les contaré la teoría de los perros de pedigrí de mi padre).
Y el niño ha retado al pueblo, le ha tocado los huevos, y su ahora esposa le toca las narices.
Claro, pobre, quiere ser como los demás. Pues joder, muy sencillo: renuncias al puesto y a esa vida regalada, y, como los demás, te casas con quien quieras, pero también pagas tu hipoteca, madrugas y curras como un cabrón.
Porque modernidades en algo tan anacrónico como la Monarquía, las justas. La única modernización posible en la Corona es su desaparición, porque nada hay más contrario a las ideas ilustradas que el hecho de que unos señores, por nacer de cierta persona, vivan a cuerpo de rey y sin dar palo al agua. Como dijo una ex-alcaldesa y ex-ministra del PP, "¿qué tiene el coño de la Reina que no tenga el de mi madre?".
Pero retando sólo van a conseguir que el pueblo, que es quien paga la fiesta, un día se levante con ánimo jacobino y corte cabezas (ahora ya sólo simbólicamente, eso sí).
A Don Juan Carlos le ha salido bien la jugada, y ha hecho casi todo lo que ha querido (pero se casó, y así se ha mantenido, con Doña Sofía, aunque es vox populi que por otros derroteros han ido y van sus amores.
Pero es que hay gente que tiene gracia, y te llama cabroncete y encima te los llevas de copas; y otros a los que no se les pasa nada, porque, además de debértelo todo, son unos agrios y unos estirados. Y, mire usted, si me va a sacar la pasta (porque la Familia Real nos cuesta una passsssta), pues hágalo con gracia y educación, no retándome, porque entonces, a lo mejor, me saco la albaceteña y le rajo las asaduras.
Rediós, ¡la leche que mamaron estos Borbones!
Foto: La loba que dio de mamar a Rómulo y Remo, símbolo durante mucho tiempo de la República Romana.