martes, 16 de septiembre de 2008

Su poderoso influjo


Eran las once de la noche. De un domingo. Me acababan de llamar para un asunto de trabajo. No era día ni eran horas. Pero uno tiene ese sentido del deber. Y así iba yo, cabreado como una mona, hasta que apareció ella. Bueno, no apareció, pero no la habá visto hasta entonces. Iba iluminando mi coche como un foco, y tendiendo en el asfalto y en los campos que a 160 km/h pasaban a izquierda y derecho una preciosa alfombra de luz azul plateado. Y entonces levanté el pie del acelerador y dije "¡Joder! Qué preciosidad". Y sonreí. Y me maldije por haber dejado que mi mal humor no me hubiese permitido ver antes esa Luna tan maravilloso. Y prometí intentar estar más atento a la Luna. Porque si ella es capaz de mover las mareas, ¿no va a ser capaz de mover el corazón de un hombre?
Foto: La Luna, pero no tan bella como la que vi anoche. Quería poner una foto hecha desde mi teraza, pero no hacía honor a la belleza que estaba viendo.
Música: Si supiese poner música (como Aefemarín o Miss Sybarite), podría, sin duda, "Bluemoon". Sírvase cada cual de elegir la versión que más le guste y rocie este post con ella a su gusto.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Bluemoon,
you saw me standing alone
without a dream in my heart
without a love of my own...

Me has llenado los ojos de lágrimas con este post. Me alegra que hayas tenido ese momento tan especial. Ojalá la luna moviera realmente el corazón de un hombre como mueve las mareas; a veces es más difícil porque la naturaleza tiene una virtud esencial, la de dejarse mecer, en lugar de oponerse a lo que la vida le trae. El bambú, que se inclina, frente al tronco férreo, que se parte. No quisiera que recordara al anuncio porque suele tomarse a coña, pero no es otra cosa que el "Be water, my friend".

Cuando quieras te enseño a poner la música.

El Charolito dijo...

El momento fue maravilloso. Y lo del be water no me suena a coña. Es pura filosofía oriental, y una gran verdad, porque el agua puede golpear, o puede acariciar al fluir, depende cómo actúe. Y eso nos dice que no existen las cosas inamovibles.

Unknown dijo...

Más aún, Charolito, la esencia del "Be water, my friend" es la de los líquidos: la adaptabilidad (al recipiente que los contiene).

Yo tampoco creo que haya nada inamovible. El hombre lo puede todo y normalmente los caminos son infinitamente más sencillos de lo que los queremos hacer o de lo que los podemos ver. A veces la maraña nos complica la visión de la alfombra de flores que tenemos bajo los pies.

No olvides esa luna y el pensamiento que te asaltó. No dejes que las sombras dejen en umbría las cosas que valen la pena. Lo demás es accesorio.

Unknown dijo...

Entregada a la plancha escuchaba a Antonio Gala en la radio y una frase de su último libro me hizo seguir pensando en esta idea que manejamos. Era algo así como "No querer cambiar es de deficientes".

La adaptabilidad nos hace cambiantes. Nuestra esencia permanece pero lo inteligente, desde mi punto de vista, es cambiar. Porque sin cambio no hay avance. Creo que la gente que se jacta de mantenerse férrea se equivoca. Yo he cambiado mucho a lo largo de mi vida, a partir de los rasgos básicos de mi personalidad, claro, potenciándolos en unos casos, tratando de minimizarlos en otros. El que muere igual que nació... poco hizo.

Merce dijo...

No hay nada más bonito que la luna...

Esto es lo que me ha venido a la cabeza nada más leer tu post...

Fly me to the moon
let me play among the stars
let me see what spring is like
on a-jupiter and mars
in other words, hold my hand
in other words, baby, kiss me

Eria.. dijo...

Miss, hay un libro de Antonio Gala titulado "El dueño de la herida" que es muy interesante. Pequeñas historias en las que te planteas quien es el dueño de la herida, si el que la sufre o el que la hace. Muy diversas entre ellas.
Comienzo a leerte Charolito, encantada. Besitos varios.