sábado, 30 de agosto de 2008

La hora de los trileros


Lo intento. Lo juro. Iba a escribir un post simpático y desenfadado sobre el Jes Extender, un aparatito que anuncian en la tele a altas horas y que, por unos módicos 150 € hace que tu verga sea la envidia del vecindario y de Nacho Vidal ("ahora sí que estoy bien armado", comenta un feliz usuario).
Pero el caso es que andaba documentándome para hacer algo jocoso sobre el aparato de marras y lo que se vende a esas horas en las distintas cadenas y, tras un breve zapeo, me invadió la mala hostia y cambió el rumbo de esta entrada.
¿Por qué? Pues porque me enciende cómo se engaña impúdicamente a la gente. Ya no están los inocentes vendedores de cuchillos (son los que más aguantan, los veteranos) o los que te venden la cama hinchable Rest Form, o el alargapene (recuerdo de mi infancia unos anuncios en las revistas del corazón del Andro Penis, antecesor del cacharro moderno), o el calvo que se empeña en que te compres un portátil y una cámara de fotos que hacen unas fotos que te rilas.
No, resulta que lo más extendido, sin duda porque les debe dar mucha pasta, son los "concursos", una forma de tomar el pelo a pobres incautos que llaman una y otra vez a un teléfono especial (al que cuesta una passsta llamar) creyéndose que van a ganar los billetes que van cayendo de la cinta transportadora. "Hay más de 6.000 €", dice la presentadora, "y me tienes que decir un país que empiece por I"... y entra una llamada de un presunto concursante... "Ibiza"... "Nooooooooo, casi" (casi... muérete), "Ibiza no es un país, es una isla"... y claro, el incauto se crece y piensa "yo me sé un puñado", y llama, y llama, y no le cogen, y se gasta una pasta. Y la presentadora grita "por favor, que llame alguien, por favor".
Esto no hace mucho, lo hacía una tele local, y hubo hasta arrestos. Pero se ve que las grandes cadenas han pensado que es negocio y se han apuntado todas.
Y si las grandes cadenas dicen que es negocio, y que es legal, no hay juez que se atreva a decir que es delito.
Yo, modestamente, opino que es una estafa, y cualquiera con dos dedos de luces y el corazón limpio, creo que si lee el artículo del Código Penal que habla de la estafa, estará de acuerdo conmigo.
Por eso, la noche ya no es de la teletienda, sino la hora de los trileros.
Foto: Un trilero que, al menos, se expone a que le pillen y le partan la boca.

1 comentario:

Eva Dolcetriz dijo...

Desde que descubrí la existencia de esos programas, que me parecen aún más insoportables que la Teletienda, clamo por su prohibición. Me parece imposible que se permitan espacios como esos, que son claramente engañosos y estafadores.
Ahora, si dan pie a entradas tan bien hechas como esta, pues ya tienen una utilidad.